19 DE MARZO: FESTIVIDAD DE DE SAN JOSÉ

En la mayoría de las familias celebramos en esta fecha el día del padre. Los regalos sorpresa y los menús especiales ocupan, varios días, nuestra mente intentando dar una agradable sorpresa al esposo y al papá. En la familia, vivimos un día de fiesta.
Pienso que esta fecha, también es muy indicada para hacer una reflexión más profunda sobre la figura del padre y su papel dentro de la familia. Para ello me limito a copiar parte de las palabras que dirige el Papa Francisco a los asistentes, en la celebración de la audiencia general los días 28 de enero y 4 de febrero de 2.015
El Santo Padre decía:
Padre es una palabra conocida por todos, una palabra universal. Indica una relación fundamental cuya realidad es tan antigua como la historia humana.(…) Hoy, sin embargo, ha llegado a afirmarse que nuestra sociedad es una sociedad sin padres.(…) Los padres están algunas veces tan concentrados en sí mismos y en su trabajo- y, a veces, en sus propias realizaciones individuales-, que olvidan incluso a la familia, y dejan solos a los pequeños y a los jóvenes.(…)
Ahora, en este camino común de reflexión sobre la familia, quiero decir a todas las comunidades cristianas que debemos estar más atentos: la ausencia de la figura paterna en la vida de los pequeños y de los jóvenes produce lagunas y heridas que pueden llegar a ser muy graves. Y, en efecto, las desviaciones de los niños y de los adolescentes pueden darse, en buena parte, por esta ausencia, por la carencia de ejemplos y de guías autorizados en su vida diaria, por la carencia de cercanía, la carencia de amor por parte de los padres. El sentimiento de orfandad que viven hoy muchos jóvenes es más profundo de lo que pensamos.
Son huérfanos en la familia, porque los padres a menudo están ausentes, --incluso físicamente- de la casa, pero sobre todo porque, cuando están presentes no se comportan como padres, no dialogan con sus hijos, no cumplen con su tarea educativa, no dan a los hijos, con su ejemplo acompañado por las palabras, los principios, los valores, las reglas de vida que necesitan tanto como el pan. La calidad educativa de la presencia paterna es mucho más necesaria cuando el papá se ve obligado por el trabajo a estar lejos de casa. A veces parece que los padres no sepan muy bien cuál es el sitio que ocupan en la familia y cómo educar a los hijos. Y, entonces, en la duda, se abstienen, se retiran y descuidan sus responsabilidades, tal vez refugiándose en una cierta relación de igual a igual con sus hijos. Es verdad que tú debes ser compañero de tu hijo, pero sin olvidar que tú eres el padre. Si te comportas sólo como un compañero de tu hijo, esto no le hará bien a él.(…)
Toda familia necesita un padre. Hoy nos centramos en el valor de su papel, y quisiera partir de algunas expresiones que se encuentran en el libro de los Proverbios, palabras que un padre dirige al propio hijo, y dice así: «Hijo mío, si se hace sabio tu corazón, también mi corazón se alegrará. Me alegraré de todo corazón si tus labios hablan con acierto» (Pr 23, 15-16). No se podría expresar mejor el orgullo y la emoción de un padre que reconoce haber transmitido al hijo lo que importa de verdad en la vida, o sea, un corazón sabio. Este padre no dice: «Estoy orgulloso de ti porque eres precisamente igual a mí, porque repites las cosas que yo digo y hago». No, no le dice sencillamente algo. Le dice algo mucho más importante, que podríamos interpretar así: «Seré feliz cada vez que te vea actuar con sabiduría, y me emocionaré cada vez que te escuche hablar con rectitud. Esto es lo que quise dejarte, para que se convirtiera en algo tuyo: el hábito de sentir y obrar, hablar y juzgar con sabiduría y rectitud. Y para que pudieras ser así, te enseñé lo que no sabías, corregí errores que no veías. Te hice sentir un afecto profundo y al mismo tiempo discreto, que tal vez no has reconocido plenamente cuando eras joven e incierto. Te di un testimonio de rigor y firmeza que tal vez no comprendías, cuando hubieses querido sólo complicidad y protección. Yo mismo, en primer lugar, tuve que ponerme a la prueba de la sabiduría del corazón, y vigilar sobre los excesos del sentimiento y del resentimiento, para cargar el peso de las inevitables incomprensiones y encontrar las palabras justas para hacerme entender. Ahora —sigue el padre—, cuando veo que tú tratas de ser así con tus hijos, y con todos, me emociono. Soy feliz de ser tu padre». Y esto lo que dice un padre sabio, un padre maduro.
Un padre sabe bien lo que cuesta transmitir esta herencia: cuánta cercanía, cuánta dulzura y cuánta firmeza. Pero, cuánto consuelo y cuánta recompensa se recibe cuando los hijos rinden honor a esta herencia. Es una alegría que recompensa toda fatiga, que supera toda incomprensión y cura toda herida.
La primera necesidad, por lo tanto, es precisamente esta: que el padre esté presente en la familia. Que sea cercano a la esposa, para compartir todo, alegrías y dolores, cansancios y esperanzas. Y que sea cercano a los hijos en su crecimiento: cuando juegan y cuando se aplican, cuando están despreocupados y cuando andan angustiados, cuando se expresan y cuando permanecen taciturnos, cuando se lanzan y cuando tienen miedo, cuando dan un paso equivocado y cuando vuelven a encontrar el camino; padre presente, siempre. Decir presente no es lo mismo que decir controlador. Y es que los padres demasiado controladores anulan a los hijos, no los dejan crecer.
El Evangelio nos habla de la ejemplaridad del Padre que está en el cielo el único -dice Jesús-, que puede ser llamado verdaderamente Padre bueno (cf. Mc 10, 18). Todos conocen esa extraordinaria parábola llamada del «hijo pródigo», o mejor del «padre misericordioso», que está en el Evangelio de san Lucas en el capítulo 15 (cf. 15, 11-32). Cuánta dignidad y cuánta ternura en la espera de ese padre que está en la puerta de casa esperando que el hijo regrese. Los padres deben ser pacientes. Muchas veces no hay otra cosa que hacer más que esperar; rezar y esperar con paciencia, dulzura, magnanimidad y misericordia.
Si hay alguien que pueda explicar en profundidad la oración del «Padrenuestro», enseñada por Jesús, es precisamente quien vive en primera persona la paternidad. Sin la gracia que viene del Padre que está en los cielos, los padres pierden valentía y abandonan el campo. Pero los hijos necesitan encontrar un padre que los espera cuando regresan de sus fracasos. Harán de todo por no admitirlo, para no hacerlo ver, pero lo necesitan; y el no encontrarlo abre en ellos heridas difíciles de cerrar.

La Iglesia, nuestra Madre, se dedica a apoyar con todas sus fuerzas la presencia buena y generosa de los padres en las familias, porque son, para las nuevas generaciones, custodios y mediadores insustituibles de la fe en la bondad y de la fe en la justicia y en la protección de Dios.

TIEMPO DE CUARESMA


    Cuaresma es tiempo de conversión y está ordenado a la preparación de la Pascua. Los cuarenta días de cuaresma constituyen, para la comunidad de los bautizados una subida hacia la Pascua.
    La iglesia nos va a recordar nuestra condición de hombres peregrinos hacia la casa del Padre y nos va a ofrecer una serie de medios que nos ayuden en esta peregrinación como son la oración, la limosna, el ayuno, la escucha de la Palabra de Dios, el sacramento de la Penitencia y la conversión.
    La cuaresma es una invitación continua a convertirse al Señor con todo el corazón y con toda el alma, es un toque de atención para que, iluminados por Dios y a la luz de su palabra, descubramos las actitudes profundas que impiden a Dios realizar su obra de salvación en cada uno de nosotros.
    La cuaresma es también un tiempo de servicio a los hermanos más débiles, de solidaridad y de compartir nuestros bienes con los más necesitados.
    El Catecismo de la Iglesia Católica  nos indica en el número 1.438, haciendo referencia al punto 110 del Sacrosanctum Concilium (Vaticano II) donde se expresa : ” La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser solamente interna e individual, sino también externa y social..” El tiempo de cuaresma es particularmente apropiado para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes, obras caritativas y misioneras.
    La cuaresma es un gran examen de conciencia, por lo que la Iglesia nos pone en el día en que se abre este tiempo fuerte, el salmo 50. David pecó con la esposa de su capitán Urias. El profeta Natán le denunció su adulterio y David rezó arrepentido.
    Dios siempre está dispuesto a perdonarnos; basta con que le pidamos perdón humildemente.

                                               Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
                                               por tu inmensa compasión borra mi culpa,
                                               lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
                                               Pues yo reconozco mi culpa,
                                              tengo siempre presente mi pecado,
                                              contra ti, contra ti sólo pequé,
                                              cometí la maldad que aborreces.

CONVOCATORIA

    El Movimiento Familiar Cristiano os invita a participar en el retiro de cuaresma que se celebrará en el santuario de Nuestra Sra. de Loreto, en Espartinas, el día 15 de marzo. Comenzará a las 10 y ½ de la mañana.
    Es una buena oportunidad de prepararnos para la Pascua, dedicando unas horas a la reflexión, oración y revisión de vida.
    Habrá celebración Penitencial y terminará con la celebración de la Eucaristía.
El coste de la estancia y comida es 15 euros por persona.
    Será dirigido por el Consiliario Diocesano del MFC. D. Manuel Orta Gotor.
Es necesario confirmar la asistencia a los Enlaces de cada Equipo o llamando a los teléfonos: 954 351881 o 954 411881  




CONVIVENCIA DE INVIERNO


   El pasado domingo, día 1 de Febrero, tuvo lugar la convivencia que nuestro MFC de Sevilla tenía programada en su calendario de actividades. Como viene siendo habitual, tuvo lugar en Los Palacios y Villafranca, en el hermoso naranjal de la familia Ribelles que una vez más nos acogió con su acostumbrada hospitalidad. Allí nos reunimos algo más de sesenta personas para pasar una hermosa jornada de hermandad y de ocio en la que todos pudimos disfrutar de un día espléndido en todos los sentidos.

   La jornada comenzó con la llegada del grupo a las 11 de la mañana, hora en la que se iniciaron las actividades con el rezo colectivo de la oración de la mañana. Terminada nuestra plegaria, disfrutamos todos de un rato de ocio en el que unos pasearon, otros charlaron animadamente y otros se dedicaron a observar con curiosidad cómo nuestro cocinero preparaba una suculenta paella.
   Un alegre revoltillo de niños alegraban con sus risas y juegos la mañana hasta la hora de la eucaristía, en la que nuestro consiliario Miguel Ángel nos deleitó a todos como viene siendo costumbre con su entrañable homilia.
   Llegó la hora de la comida: dos largas mesas con más de una cincuentena de comensales dieron buena cuenta de los entremeses que se sirvieron hasta que llegó por fin la paella -siempre exquisita- de nuestro cocinero Manolo.
   En la sobremesa no faltaron, como viene siendo costumbre, unos bingos familiares premiados con bolsas de las riquísimas naranjas de nuestro anfitrión y, después, una larga y animada velada en la que no faltaron ni la guitarra ni el tambor ni el cante y el baile por sevillanas de los más jóvenes -que en esta ocasión sí los hubo- y, sobre todo, de nuestro compañero Pepe Fernández, mientras muchos de los mayores nos sumábamos a la fiesta con nuestras palmas.
   En fin, una jornada entrañable de convivencia en la que la amistad, la alegría compartida y la alegría espontánea de todos los asistentes fueron, como siempre la nota destacada.